jueves, 30 de julio de 2015

Nombre, Dirección e Identificación del Lote


Más de una vez, luego de haber comprado un producto, nos damos cuenta que este está dañado, descompuesto o, como dicen por ahí, “huele un poco raro”. Nuestra primera reacción suele ser reclamar al que nos vendió ese producto con el fin de obtener algún tipo de respuesta que cumpla nuestras expectativas, pero, al mismo tiempo, muchas veces sin saber a quién dirigir ese tipo de objeciones lo único que hacemos es botar a la caneca el producto y desentendernos de la situación.

Como vemos en la ilustración de arriba: en el lado izquierdo está la familia sentada en el sofá viendo televisión, donde pasan la noticia sobre unos productos importados que están contaminados y mencionan el número del lote respectivo. En el lado derecho, el papá se sorprende luego de encontrar que las latas que compró en el supermercado están averiadas; y el  niño de la familia que se marea después de abrir una lata con producto vencido y descompuesto.

Por estas razones, una de las variables más importantes para presentar un reclamo, que pueden encontrar las personas al leer una etiqueta, es el nombre y dirección de la empresa que produjo, envasó o re-empacó el producto; y la identificación del lote del producto, la cual se lee al lado de la palabra ‘lote’ o la letra ele, y es la cantidad determinada de unidades de producto de características similares fabricadas o producidas en condiciones esencialmente iguales.



miércoles, 22 de julio de 2015

Contenido Neto y Peso Escurrido


Algo en lo que nos fijamos usualmente al momento de comprar y consumir un producto alimenticio es el peso, ya sea por la manipulación o por la observación, nos damos cuenta de si cumple o no con nuestras expectativas. Esta es una variable que también podemos leer en las etiquetas y se asocia a dos conceptos: el contenido neto y el peso escurrido; el primero es la cantidad de producto sin considerar la masa o el volumen del empaque (ej. El cereal para desayuno sin considerar el peso del empaque), y el segundo es la cantidad de producto sólido una vez se ha retirado el líquido de cobertura (ej. las conservas sin considerar el vinagre que las cubre).  

La mayoría de las veces nos encontramos con una experiencia similar a la que vivió el niño de la familia luego de abrir un paquete y ver que traía pocas papas. Nos sentimos engañados e impotentes tras corroborar lo grande que era el empaque y lo poco que era su contenido, como dicen por ahí “puro aire”.

Por otro lado, el gato y el perro de la familia están concentrados detrás de cada paquete de comida, imaginándose una buena porción que sacie sus apetitos. Quien pudo prever si esa cantidad era la indicada para ellos fue el papá de la familia, porque siempre ve el contenido neto en la etiqueta del empaque y la divide por el número de días en que ellos consumen el alimento.  

Por último, está el papá quien se dio cuenta que el número de aceitunas que venían en el empaque no cumplió con sus expectativas, al no fijarse en el peso escurrido, declarado en la etiqueta, creyendo que venían muchas más. 

viernes, 17 de julio de 2015

El Ciclo de Vida


Los seres vivos siempre han sido protagonistas de las tres funciones esenciales del planeta tierra, la primera relacionada con brindar los recursos que se necesitan, la segunda ser el escenario en donde se desarrollan las actividades con estos recursos y la tercera recibir el resultado de estas actividades.

Tal vez un concepto que desde nuestra cotidianidad ejemplifica estas tres funciones, es el ciclo de vida el cual podemos visualizar esta vez a través de las acciones de la familia del consumo responsable.

El padre todos los días compra el periódico en el puesto de prensa de la esquina, con base en este caso se pueden analizar, teniendo en cuenta la primera función de la tierra y el inicio del ciclo de vida, en un contexto medio ambiental, el lugar de donde proviene el periódico, entendiéndose como de dónde obtiene la materia prima la empresa que produce el periódico, qué procesos industriales emplea para elaborarlo, cuáles medios de transporte usa para distribuirlo, entre otros factores; desde un punto de vista económico, cuáles son las condiciones de negociación entre la empresa productora y la persona que comercializa ese periódico, dando como resultado X precio hacia el consumidor, además qué factores influyen para que el comercializador pueda estar en ese sitio, tales como arriendo, permisos o servicios públicos; y en cuanto lo social, además de verse el rol del expendedor de prensa, los diferentes grupos que van a comprarle, entre estos, trabajadores, estudiantes, deportistas, entre otros.  

La mamá acostumbra ir a la peluquería cada quince días, donde le cortan el pelo, la peinan y le arreglan las uñas de las manos y los pies. En el anterior caso se representa la segunda función del planeta tierra y la mitad del ciclo de vida, porque usualmente son los momentos donde consumimos, usamos o nos prestan un servicio. Desde el medio ambiente surgen inquietudes relacionadas con el impacto que se generó al momento de desarrollar la actividad, por ejemplo la cantidad de agua que emplearon en el servicio que prestaron en la peluquería, el gasto energético de los accesorios empleados en el servicio, entre otras cosas; en un contexto económico, el grado de satisfacción visto desde el costo-beneficio; y en lo social, el rol de las trabajadoras de la peluquería, la administradora y demás clientes.

El niño después de tomar un jugo usualmente deposita el envase en una caneca para que sea reciclado, cuya acción corresponde a la tercera función del planeta tierra y aquí se ve el final del ciclo de vida del consumo que hace el niño, pero al mismo tiempo el inicio de otro posible ciclo. Igual que los otros casos se pueden analizar desde un contexto ambiental, el impacto que se genera dependiendo del tipo de residuo que se desecha; en un contexto económico el costo que representa el tratar ese tipo de residuo; y en lo social todas las personas entorno al aprovechamiento del residuo.

Acorde con los anteriores casos descritos, cabe recordar que hasta el momento solo podemos disfrutar de un planeta y con base en esta reflexión surge la invitación de tener siempre presentes tanto las tres funciones del planeta, como los distintos momentos del ciclo de vida, en nuestro consumo responsable. 

martes, 14 de julio de 2015

Lista de Ingredientes


Experiencias y sorpresas fueron lo que consiguió la familia del consumo responsable luego de haber comido algunos productos alimenticios sin fijarse en la lista de ingredientes.

El niño tuvo una mala experiencia cuando se comió una torta en los cumpleaños de un amigo, porque esta tenía maní, producto al cual era alérgico. La mamá en cambio, le comenzó a doler el estómago tras haber consumido un vaso de leche que no era deslactosada. La joven por su parte se picó después de consumir unas aceitunas que contenían ají. Y el abuelo provocado por algo dulce, entró a una heladería y al momento de probar el helado se dio cuenta que era ácido.

A partir de los anteriores ejemplos, podemos ilustrar el por qué es necesario leer la lista de ingredientes presentes en las etiquetas de los productos que consumimos, la cual está descrita en orden decreciente y contiene los aditivos alimentarios usados.

Poder prever no solo problemas de salud sino reconocer desde el gusto lo que consumimos, son fundamentales al momento de leer la lista de ingredientes y así llevar a cabo un consumo responsable. 


jueves, 9 de julio de 2015

Precio por unidad de medida


El padre de la familia del consumo responsable se fue al supermercado, quería comprar un jugo de naranja pero se encontró con tres presentaciones distintas de la misma marca, una pequeña, una mediana y una grande.

Pensaba en las necesidades que tenían en el hogar y así poder resolver la duda de cuál presentación comprar, pero al final se enredaba más porque no conocía bien las preferencias de cada uno, así decidió tomar el camino del “bolsillo” e irse por el factor económico. Comenzó a ver los distintos precios que salían en el estante, pero no quería sacar una calculadora o hacer el cálculo mental para averiguar cuál presentación era la más económica.

De repente viendo en mayor detalle el precio impreso que salía en el anaquel, se percató que salían unas letras que decían PUM y al lado el precio del producto por litro, volteó a mirar los precios de las otras presentaciones y también tenían esa misma característica, llegó a la conclusión que lo que estaban mostrando ahí era el cálculo que él pensó hacer antes, lo cual le facilitó el proceso de selección cayendo en cuenta que la presentación más grande era la más económica.

En el caso anterior, podemos ver la aplicación de la herramienta del precio por unidad de medida, la cual sirve para comparar los precios de los productos semejantes y se relaciona con la unidad de medida del producto, por ejemplo masa, volumen o longitud; además siempre y cuando vengan en el mismo estado físico, por ejemplo líquido, congelado, en polvo, entre otros. 


miércoles, 8 de julio de 2015

Las 4R


En esta ocasión, la familia de consumo responsable nos introducirá al magnífico mundo de las 4R.

La hija nos hace recordar a los libros de “¿dónde está Wally?” al estar escondida en medio de una serie de empaques luego de haber desempacado un producto que compró. Tal vez muchas veces nos hemos preguntado si tanta envoltura es necesaria, de esta reflexión surge el primer hábito de las 4R, el de reducir, el cual nos invita a cuestionarnos en todos los momentos de consumo (antes, durante o después) si la opción que escogemos es la más adecuada dependiendo de nuestras prioridades, ya sean económicas, de salud, ambientales, culturales, entre otras, por ejemplo en un caso, el reducir el número de pedidos a domicilio representa un beneficio de salud porque tendrías que caminar al establecimiento; un beneficio al ambiente porque no generas el mismo impacto de tu huella de carbono; un ahorro económico porque no tendrías que cancelar la tarifa de domicilio; y posiblemente un beneficio social o cultural porque estarías interactuando con tu entorno.

El abuelo siguiendo la tradición familiar, nos recuerda uno de los hábitos de las 4R más ancestrales de nuestra cultura, el de reparar. Al escuchar frases como “necesita una costura la sombrilla”, “eso se puede pegar con superbonder” o “revise el enchufe que debió ser un corto”, usualmente nuestra mentalidad está enfocada en querer prolongar la vida útil de todo lo que consumimos a través de la reparación. Es este hábito el que nos hace cuestionarnos si algo tiene arreglo o se puede reestablecer a su condición original, para que dependiendo del momento de consumo (antes, durante o después) caigamos en cuenta una vez más, dependiendo de nuestras prioridades, si ese producto es el indicado. Por ejemplo, podemos ver el caso de comprar un electrodoméstico, donde antes nos preguntamos si existe respaldo de esa marca para repuestos; durante el uso, leer el manual para evitar posibles averías; y cuando llegue el final de su vida útil revisar si existen programas de recolección o intercambio.

La mamá nos demuestra el hábito de las 4R que involucra mayor creatividad, el de reutilizar. A partir de pensamientos como “esto puede servir para…”, “que bonito se ve de esta manera” o “¿y si le doblamos esta punta?”, además de potenciarse nuestras capacidades creativas, podemos caer en cuenta que la mayoría de productos que compramos terminan siendo materia prima para obtener otros posibles resultados, como ejemplo unos CD´s que pueden partirse en piezas pequeñas y al pegarse en un marco de un espejo generan un mosaico.

El hijo nos enseña el hábito de las 4R que involucra el mayor volumen de residuos sólidos que se generan, el de reciclar. Con el fin de evitar que los residuos sólidos terminen en el relleno sanitario, es fundamental incorporar este hábito el cual nos demuestra que cambiando las propiedades de los productos se pueden generar tanto nuevos productos, como evitar problemáticas tanto ambientales como de salud. Como ejemplo la generación de compost con los residuos orgánicos. 

martes, 7 de julio de 2015

Distinción entre Nombre del alimento y las Marcas


La familia del consumo responsable se fue a hacer mercado, el hijo pidió un chocoramo, la abuela una maizena, mientras el padre pensó en comprar un frutiño y la madre un regeneris.

Es este el fenómeno que más ocurre dentro de nuestros núcleos familiares al momento de decidirnos por algún producto alimenticio, donde solo nos referimos a la marca del alimento desconociendo totalmente qué es lo que comemos.

En gran medida existen varias justificaciones por las cuales se concibe a la marca como un factor importante a la hora de elegir un producto, una de estas la calidad que por tradición siempre ha cumplido con las expectativas del consumidor y otra posible sería la novedad de los productos en el mercado, donde se siguen tendencias a nivel mundial.

A pesar de tener claro el por qué los consumidores escogen refiriéndose solo a la marca, es necesario entender que según la resolución 5109 del 2005, todos los productos alimenticios deben declarar en la etiqueta el nombre del alimento, por ejemplo el chocoramo es: ponqué con cobertura de chocolate, el frutiño es: mezcla en polvo para preparar bebida con pulpa de fruta deshidratada y sabor a Lulo; y así en cada uno de los productos alimenticios que se encuentren en el mercado.

Con el objetivo de reconocer no solo lo que comemos, sino el poder evaluar entre varios productos alimenticios de naturaleza similar, la Escuela de Consumo Responsable te invita a incorporar dentro de tu proceso de selección la lectura del nombre del alimento en las etiquetas de los productos que consumas.