La familia del consumo
responsable se fue a hacer mercado, el hijo pidió un chocoramo, la abuela una maizena,
mientras el padre pensó en comprar un frutiño y la madre un regeneris.
Es este el fenómeno que más
ocurre dentro de nuestros núcleos familiares al momento de decidirnos por algún
producto alimenticio, donde solo nos referimos a la marca del alimento
desconociendo totalmente qué es lo que comemos.
En gran medida existen varias justificaciones
por las cuales se concibe a la marca como un factor importante a la hora de elegir
un producto, una de estas la calidad que por tradición siempre ha cumplido con las
expectativas del consumidor y otra posible sería la novedad de los productos en
el mercado, donde se siguen tendencias a nivel mundial.
A pesar de tener claro el por
qué los consumidores escogen refiriéndose solo a la marca, es necesario
entender que según la resolución 5109 del 2005, todos los productos
alimenticios deben declarar en la etiqueta el nombre del alimento, por ejemplo el
chocoramo es: ponqué con cobertura de chocolate, el frutiño es: mezcla en polvo
para preparar bebida con pulpa de fruta deshidratada y sabor a Lulo; y así en
cada uno de los productos alimenticios que se encuentren en el mercado.
Con el objetivo de reconocer no
solo lo que comemos, sino el poder evaluar entre varios productos alimenticios
de naturaleza similar, la Escuela de Consumo Responsable te invita a incorporar
dentro de tu proceso de selección la lectura del nombre del alimento en las
etiquetas de los productos que consumas.
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