miércoles, 8 de julio de 2015

Las 4R


En esta ocasión, la familia de consumo responsable nos introducirá al magnífico mundo de las 4R.

La hija nos hace recordar a los libros de “¿dónde está Wally?” al estar escondida en medio de una serie de empaques luego de haber desempacado un producto que compró. Tal vez muchas veces nos hemos preguntado si tanta envoltura es necesaria, de esta reflexión surge el primer hábito de las 4R, el de reducir, el cual nos invita a cuestionarnos en todos los momentos de consumo (antes, durante o después) si la opción que escogemos es la más adecuada dependiendo de nuestras prioridades, ya sean económicas, de salud, ambientales, culturales, entre otras, por ejemplo en un caso, el reducir el número de pedidos a domicilio representa un beneficio de salud porque tendrías que caminar al establecimiento; un beneficio al ambiente porque no generas el mismo impacto de tu huella de carbono; un ahorro económico porque no tendrías que cancelar la tarifa de domicilio; y posiblemente un beneficio social o cultural porque estarías interactuando con tu entorno.

El abuelo siguiendo la tradición familiar, nos recuerda uno de los hábitos de las 4R más ancestrales de nuestra cultura, el de reparar. Al escuchar frases como “necesita una costura la sombrilla”, “eso se puede pegar con superbonder” o “revise el enchufe que debió ser un corto”, usualmente nuestra mentalidad está enfocada en querer prolongar la vida útil de todo lo que consumimos a través de la reparación. Es este hábito el que nos hace cuestionarnos si algo tiene arreglo o se puede reestablecer a su condición original, para que dependiendo del momento de consumo (antes, durante o después) caigamos en cuenta una vez más, dependiendo de nuestras prioridades, si ese producto es el indicado. Por ejemplo, podemos ver el caso de comprar un electrodoméstico, donde antes nos preguntamos si existe respaldo de esa marca para repuestos; durante el uso, leer el manual para evitar posibles averías; y cuando llegue el final de su vida útil revisar si existen programas de recolección o intercambio.

La mamá nos demuestra el hábito de las 4R que involucra mayor creatividad, el de reutilizar. A partir de pensamientos como “esto puede servir para…”, “que bonito se ve de esta manera” o “¿y si le doblamos esta punta?”, además de potenciarse nuestras capacidades creativas, podemos caer en cuenta que la mayoría de productos que compramos terminan siendo materia prima para obtener otros posibles resultados, como ejemplo unos CD´s que pueden partirse en piezas pequeñas y al pegarse en un marco de un espejo generan un mosaico.

El hijo nos enseña el hábito de las 4R que involucra el mayor volumen de residuos sólidos que se generan, el de reciclar. Con el fin de evitar que los residuos sólidos terminen en el relleno sanitario, es fundamental incorporar este hábito el cual nos demuestra que cambiando las propiedades de los productos se pueden generar tanto nuevos productos, como evitar problemáticas tanto ambientales como de salud. Como ejemplo la generación de compost con los residuos orgánicos. 

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