El padre de la familia del consumo responsable se fue al
supermercado, quería comprar un jugo de naranja pero se encontró con tres
presentaciones distintas de la misma marca, una pequeña, una mediana y una
grande.
Pensaba en las necesidades que tenían en el hogar y así
poder resolver la duda de cuál presentación comprar, pero al final se enredaba más
porque no conocía bien las preferencias de cada uno, así decidió tomar el
camino del “bolsillo” e irse por el factor económico. Comenzó a ver los
distintos precios que salían en el estante, pero no quería sacar una
calculadora o hacer el cálculo mental para averiguar cuál presentación era la
más económica.
De repente viendo en mayor detalle el precio impreso que
salía en el anaquel, se percató que salían unas letras que decían PUM y al lado
el precio del producto por litro, volteó a mirar los precios de las otras
presentaciones y también tenían esa misma característica, llegó a la conclusión
que lo que estaban mostrando ahí era el cálculo que él pensó hacer antes, lo
cual le facilitó el proceso de selección cayendo en cuenta que la presentación
más grande era la más económica.
En el caso anterior, podemos ver la aplicación de la
herramienta del precio por unidad de medida, la cual sirve para comparar los
precios de los productos semejantes y se relaciona con la unidad de medida del
producto, por ejemplo masa, volumen o longitud; además siempre y cuando vengan
en el mismo estado físico, por ejemplo líquido, congelado, en polvo, entre
otros.
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