Algo en lo que nos fijamos
usualmente al momento de comprar y consumir un producto alimenticio es el peso,
ya sea por la manipulación o por la observación, nos damos cuenta de si cumple
o no con nuestras expectativas. Esta es una variable que también podemos leer en
las etiquetas y se asocia a dos conceptos: el contenido neto y el peso
escurrido; el primero es la cantidad de producto sin considerar la masa o el
volumen del empaque (ej. El cereal para desayuno sin considerar el peso del
empaque), y el segundo es la cantidad de producto sólido una vez se ha retirado
el líquido de cobertura (ej. las conservas sin considerar el vinagre que las
cubre).
La mayoría de las veces nos encontramos
con una experiencia similar a la que vivió el niño de la familia luego de abrir
un paquete y ver que traía pocas papas. Nos sentimos engañados e impotentes tras
corroborar lo grande que era el empaque y lo poco que era su contenido, como
dicen por ahí “puro aire”.
Por otro lado, el gato y el
perro de la familia están concentrados detrás de cada paquete de comida, imaginándose
una buena porción que sacie sus apetitos. Quien pudo prever si esa cantidad era
la indicada para ellos fue el papá de la familia, porque siempre ve el contenido
neto en la etiqueta del empaque y la divide por el número de días en que ellos
consumen el alimento.
Por último, está el papá quien se dio cuenta que
el número de aceitunas que venían en el empaque no cumplió con sus
expectativas, al no fijarse en el peso escurrido, declarado en la etiqueta,
creyendo que venían muchas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario